jueves, 23 de diciembre de 2010

Juicio y castigo

Un grupo de hombres contempla estupefacto el pasado.

.

El pasado,

atrapado en los bordes inmaculados de una pantalla negra,

no puede ya guiñar un ojo, mover un dedo.

Está cansado.

Está atrapado.

Tiene ganas de vomitar.

Ellos quieren que esté muerto.

Ellos lo quieren su muerto.

.

Un grupo de hombres y mujeres se sienta con paciencia de años a contemplar una pantalla

de promesas.

A su lado, el pasado, se sienta con serenidad

y confianza, les da la mano.

Espera como un niño bueno.

Les acaricia el pelo una vez más.

Son pocos, en comparación, pero resisten la gota sobre la piedra.

Porque la piedra es la única piedra.

.

Años después, muchos años después, entonces.

El pasado se enciende, combustible, en la pantalla.

De ambos lados lo miran las obsesiones.

Unas tomadas de las manos.

Otras

solas

como una rama seca

y siniestra

que se extiende para dar la mano al fuego del miedo.

.

Nada de esa pantalla del pasado se asemeja a un espejo:

no son ni siquiera opuestos de una misma cosa.

(No son opuestos de una misma cosa).

Unas tomadas de la mano.

Otras no.

.

El pasado se enciende y se revuelve.

Está atrapado. Quiere vomitar. Tiene miedo. Está cansado.

La rama está ya seca.

Pero el fuego.

.

De un lado intentan desgarrarlo.

La rama seca.

.

Del otro lo dejan tocar.

La caricia es leve, pero lleva años.

Años en los que el reiterado intento es existir.

Se mueve apenas un dedo que roza la piel.

Siempre en la espalda.

.

Y el pasado se libera, la pantalla inmaculada lo vomita porque nada de esos bordes puede ser inmaculado.

Y en su río libre arrebata a la rama la llama del miedo.

La inmoviliza.

La muestra.

Y en la cara de todos con el puño cerrado la consume,

la apaga.

Con la piedra zanjada de aquella gota siniestra

que no cesaba de caer y caer y caer,

la ahoga por fin.

.

De este lado el pasado liberado

abraza con ambos brazos a los presentes.

Los abraza años, años pasados, años por venir los abraza.

Los abraza ahora, hoy.

La grieta se cristaliza en la piedra.

Ha cesado por fin la gota.

.

De aquel lado de la pantalla ya nada es la rama seca sin el fuego.

Ha de bastarle el lento consumirse de sí misma.